Bernardo Barrientos.
Presentación de El río anterior. Casa de la Lectura septiembre 2014. Con Juan Fernando García
Presentación de Aguas en Chile mayo 2014
Con María Lucía Puppo, Alicia Salomone y Nadia Prado |
La Chascona, Casa de Neruda |
Brindis postlectura |
Festejo en "Venecia", con Neruda y vino chileno |
Presentación en Santiago de Chile en la Casa de Pablo Neruda
Presentación de Aguas
Festival de poesía de Córdoba, lectura con Alberto Szpunberg
Dos nadadoras del libro Aguas (Ediciones Del Dock, 2013)
María Inés Mato nadó las aguas
más frías del
planeta;
cruzó el
Beagle, el canal de la Mancha,
un estrecho
impensable del mar Báltico.
Sin trofeos, ni
estadios
sus travesías
parecieron inventadas.
Bordeó el
glaciar en paralelo,
en círculo la
isla de Manhattan;
aguas que
expulsan con su mezcla ácida,
raras aguas que
entregan
su cauce de
vértigo.
María Inés Mato
eligió en lo abierto
mareas de
montaña
y volcanes helados,
oleaje turbio
del mundo sensible
cenizas, peces,
barro.
¿Quién acepta
una nadadora sin pie
o ese imposible
desequilibrio?
Con una pierna
menos y sin prótesis
entrenó como
una disidente;
en el verso
libre encontró ritmos,
palabras que
sostuvieran el calor;
en la falta de
gravedad del agua
se llenó de
voces;
nadar es hablar
con la respiración.
Al mar del sur
le habló con la memoria
de las mujeres
yámanas,
a bordo de sí,
con la corriente
del cuerpo hizo
canoa
para llevar el
fuego a la otra orilla.
María Inés Mato
unió el estrecho
que separa
Malvinas. Brazada tras
brazada, de la
guerra abre olvidos;
una huella de
espuma, un puente blanco,
un rastro en el
agua de los vencidos.
¿Quién acepta
una nadadora sin pie
que explora las
bajas temperaturas,
sin rayas
marcadas ni andarivel,
en las olas de
su propia ruptura?
Con aire, un
mar en contra se horada.
Del agua helada
dijo duele muchísimo
pero es una frontera,
un cruce, solo eso.
Sin traje de
neoprene
se zambulló en
los hielos antárticos,
la gorra de
goma de los nadadores
emergió inédita
entre los témpanos;
un video
muestra el barco guía
y su continuo
braceo
bajo el ancho
vaivén de una gaviota.
Coordenadas
desiertas
que borran
cualquier marca.
Proezas hacia
adentro
probadas con el
pulso.
Si cada persona
es su propio mapa,
el suyo traza
líneas,
casi
imaginarias.
María Inés Mato
buscó aguas frías
mares renuentes
a la aceptación,
nieve hendida
del planeta ¿o qué
callados,
secretos límites cruzó?
******
Una nadadora cruza las 103 millas
entre Cuba y
Cayo Hueso,
sobre el
atardecer encendido del mar Caribe;
desde un kajak
alejan
a su alrededor
los tiburones
con un aparato
que emite ondas;
usa unas
antiparras que permiten
la visión
nocturna y a eso se limita
el despliegue
tecnológico.
Cuando hunde la
cabeza al nadar sucede
lo que importa:
el ser frente al obstáculo elegido
para probar que
es.
Se llama Diana
Nyad
y ya cruzó
desde Bahamas,
batió récords.
Tiene 61 años y
no se detiene
mas que para beber
unos minutos
en el apuro de
esa inmensidad.
Cuando nada
parece no haber llorado nunca,
cuando nada
parece que la melancolía no le hubiese roto
los deseos
nunca.
Cuando nada la
fuerza
no es solo
atributo
de los dioses.
Pero la marea
en contra la obliga a desvíos hirientes
mientras el
agua brilla
como una
autopista interminable en la lluvia,
como una hoja
de filodendro agigantado por la lluvia
y el fracaso
ahueca el aire
como un
graznido.
Si abandona, la
meta permanecerá, invisible
en la mañana
después del cansancio,
en la noche
anterior de la necesidad;
cuando crece la
necesidad no hay sal, ni sed, ni sol
enceguecedor
que melle
la voluntad de
ir.
Pero ella nada
ahora. Es dura, entrenó, bracea,
no se desgastó
en lo inútil;
tiene 61 años y
toda una vida de nadadora.